Pues sigo trabajando en la recuperación de las fotografías de los túneles. He agregado otras 78 imágenes (no todas aéreas) al album original de fotografía aérea de las obras del segundo túnel. Tambíen he creado otro album para el primer túnel y fotos en general. Hay fotos de los archivos de mi abuelo y varias sacadas de antiguos documentos de Iberpistas que tengo almacenados por casa. Esta es la razón por la que tengo abandonado un poco esto. Espero que os guste:
“Va cayendo ya la noche en la ciudad”… pero no se si la tuna ya llegó a algún sitio. Lo cierto es que ver como cae la noche en una ciudad como Madrid es interesante.
Los paisajes cambian, es algo que no hay que olvidar. Siempre escucho a gente decir: no, si a ese lugar ya he ido. O peor: ya iré algún día. Pues es algo que no hay que decir a la ligera, hay un paisaje al que ahora le va a faltar el protagonista.
La mina que tenemos en la ladera sur de Cabeza Lijar, también conocida como La Primera, y que no tantos saben que fué bautizada como Mina de San Gregorio por Gregorio Criado, la persona que la abrió a mediados del siglo XX al descubrir restos de wolframio tras arrancar un tocón de árbol. Hay que recordar que esta misma persona ya abrió otras minas de wolframio en la zona, como la situada en Cabeza Reina y llamada mina del Carmen (por su hermana). La existencia de esta mina cambió el nombre del collado cercano, que separa Cabeza Lijar de la Salamanca, pasando de llamarse collado de la cierva a collado de la mina.
O, para que no me regañen mis amigos gallegos, fervenza. Es una bonita cascada escondida tras una casa en una curva en una carretera perdida en mitad de la sierra del Caurel. La conocí gracias a que una de las personas del grupo con el que salí es de la zona.
Y me refiero por la luz, no por los incendios. En el vale de las 5 villas es normal verlo. Es más, un pintor de la zona ofrece, dentro de su paleta de colores el “rojo atardecer Gredos”.
Ya son varias veces las que he ido al Purgatorio, pero a la cascada, de momento no tengo que expiar ningún pecado. Si tenemos en cuenta que la falta de vegetación hace que el otoño y el verano se diferencien poco, creo que ya tengo todas las estaciones. Eso si, el sábado pasado, tras la ola de frío, creía que la encontraría helada, pero no, traía tanta agua que el frío no pudo con ella.