Mientras leía y disfrutaba este artículo sobre la niebla a medida, y recordando este otro artículo mio sobre la realidad fotográfica, me he quedado pensado al leer esto:

Friedrich fue uno de los pintores más destacados del Romanticismo alemán y se dedicó a escenas del natural, paisajes reales que plasmaba con toda veracidad. Cabe destacar el hecho de que formó parte de la primera generación de artistas libres, que no pintaban por encargo, sino que buscaban el arte por el arte. Su género principal fue el paisaje, tanto montañoso como marino, buscando lo sublime, paisajes sobrecogedores, de vértigo. En la obra de Friedrich se percibe un gran tratamiento de la atmósfera, un instante de luz y/o meteorológico que envuelve la escena y aporta un momento especial.

La negrita es mía. Lo que me lleva a pensar en los dos tipos de fotografía que tenemos: la laboral y la artística.

El mar de hielo (El naufragio del Esperanza) — Das Eismeer; también El mar helado, El Océano Glacial – oleo sobre lienzo – Caspar David Friedrich (1774-1840)

Meditando he dividido a los fotógrafos en tres clases:

  • Mercenarios
  • Buscavidas
  • Artistas

Antes de decir nada, en ningún caso esta clasificación define la calidad del trabajo final, el cual puede ser excelente o pésimo indistintamente de donde venga.

Mercenarios – Como los soldados de algunos ejércitos, ellos fotografían por dinero, si no hay pasta, la cámara no se mueve. Puede que en algunos momentos hagan cosas por si mismos, pero eso suele pasar al principio, cuando todo era afición y espíritu. Ahora, tras cierto tiempo, la cámara les aburre y sacarla es para hacer dinero. A estos les fastidia enormemente que otra persona haga la misma fotos por poco o nada de dinero, pues eso significa que a ellos no les van a contratar para realizar ese trabajo y solo les queda intentar destacar de alguna manera para diferenciarse. Afortunadamente son los menos.

Buscavidas – Termino intermedio. Les gusta o les gustaría ganarse la vida con esto de la fotografía, pero eso no quita que les siga picando el gusanillo. Les duele el ver que el precio de las imágenes baje de una manera casi imparable, pero no tanto por que nos e valore su trabajo si no por que puede implicar que tarde o temprano la fotografía no será lo que les llene el plato cada día. En este caso, su obra se divide entre trabajos propios y trabajos ajenos. Pueden pertenecer al grupo artistas y estar en este por necesidad.

Los dos anteriores son los típicos casos de artista en la historia, el cual depende de un mecenas para poder seguir adelante, ya sea creando obras bajo demanda y luego pasando del tema, o usando los excedentes de estas obras para sus creaciones personales.

Suelen tener claro, de una u otra manera, que hay una relación clara entre la obra de arte y una retribución económica, ya sea por que el cliente lo ha solicitado, o para conseguir ingresos para la siguiente obra.

Artistas – Los que lo hacen por amor al arte, por el disfrute del proceso en si y del resultado final, independiente de si les es rentable o no. La gente para la que cada obra es un reto mental. Se conforman con el material que tienen o tienen la suerte de poder disponer del material que quieren. Las obras que crean (ya sean auténticas genialidades o no sirvan ni para limpiarse con ellas) son decisiones propias y las crean para disfrutarlas, ya sea solos o en compañía. Si en el caso de los mercenarios nos pecan de egoísmo, en este grupo podemos encontrar a los más narcisistas (incluso se pueden mezclar ambos, resultando un fotógrafo insoportable, que cree que caga obras de arte merecedoras de un premio todas ellas y valoradas en millones). Creo que en la actualidad, este es el grupo mayoritario, gracias a dios, aunque solo a ciertos niveles (y suele ser por la parte de abajo, es normal “endiosarse” a partir de cierto nivel).

Llegados a este punto es cuando dudo de las ayudas a la cultura (no asustarse, las creo necesarias). Hay gente que vive y se enriquece en base a estas ayudas (y no miro a ninguna “sociedad” con sede en un palacio modernista de principios del XX diseñado por José Grases Riera….), lo que no me parece ni medio normal. Yo también quiero dejarlo todo y vivir de “papi estado” fotografiando lo que quiero y cuando quiero. Me sienta fatal tener que pagar de mis impuestos las “diarreas mentales” de algunos autodenominados “artistas” sin recibir nada a cambio.

Si de verdad eres un artista y haces esto por amor al arte, tener mucho dinero no debería ser una de tus metas (entiendo que sería el crear la obra perfecta). Yo propondría que, dado que piden ayudas para expresar su genialidad, dediquen parte de su tiempo a formar a nuevos artistas (según ellos, tienen el conocimiento para generar arte…). A si, y dado que la obra se paga por adelantado, que toda obra generada con subvenciones del estado se licenciase, como mínimo, CC (by-sa) (véase los derechos sobre las obras) nada más publicarla. Total, se te ayuda a comer mientras realizas la obra y dices que lo haces por amor al arte. Si quieres tener todos los derechos sobre la obra te buscas un mecenas privado que te pague la tontería, que fijo que a él tampoco le va a hacer ni puta gracia pagar por que la hagas y repagar por verla.

Por cierto, para mi, uno de los mejores ejemplos de fotógrafos artistas es Viviam Maier. Se gastó una fortuna que le costó ganar trabajando como niñera en fotografía, le gustaba fotografiar, fotografiaba por amor al arte. Mucho de su trabajo no lo vio dado que no tenía dinero para revelar los negativos. Realizó unas 100.000 fotos, un número alto incluso en la era digital (si descontamos las miles de “pruebas” que hacemos nosotros) y nunca pidió una ayuda. Podéis ver su obra aquí.

Otro podría ser Miroslav Tichy, el cual se fabricaba sus propias cámaras, vivía como un mendigo y jamás aceptó un duro por las imágenes que creaba (algunas de las cuales llegaron a los 8000 euros).

Ahora solo queda que cada uno de nosotros pensemos y decidamos qué tipo de fotógrafo somos. Si fotografiamos solo por dinero, si lo hacemos para conseguir dinero para financiar nuestros sueños o si fotografiamos por el puro y simple placer de fotografiar. No sirve de nada contarlo al universo, es algo que solo vosotros sabréis si es cierto o no… y si queréis cambiarlo.

Es posible que tras leer esto, el empeño de poner precio a una imagen y al mismo tiempo denominarla arte pierda parte de su sentido (si bien es cierto que muchas de las obras clásicas, autenticas genialidades, se realizaron por encargo). No se, pensar en la facturación de obras de arte bajo demanda hace que el cerebro me rechine (me repito, algunos de los mejores artistas de la historia han trabajado de esta manera).

Con todo esto no quiero decir que esté mal cobrar por las fotos, se debe hacer, y un precio justo. Pero al mismo tiempo hay que entender que hay más gente en el universo, y que algunas personas aman la fotografía independientemente de la recompensa económica obtenida por cada foto (o la necesidad de la misma para vivir o para continuar con su obra). Es una realidad con la que la gente que vive de la fotografía tiene que lidiar y tiene que aceptar: hay gente que lo que busca con la fotografía es el reconocimiento, no el dinero. Personas capaces de “regalar” su obra por 5 minutos de fama, independientemente del coste de la misma. Y otros que hacen fotos para si mismos, que les da igual el reconocimiento o el dinero, pero que son genios y pueden comerse el mercado con su genialidad desinteresada. Otro tema se la gente que “coge” imágenes sin permiso del autor, pero eso puede dar para un libro, que no es lo mismo que alguien ceda el uso de sus imágenes en determinadas condiciones a que otra persona las use como le de la gana.

Tampoco meto en este saco a la gente que quiere hacerse su hueco y para eso trabaja sin darse de alta legalmente, sin pagar impuestos y poniendo precios con los que la gente legal no puede competir ni en sueños. Me refiero más bien a apaños entre amigos, a favores, a prestamos o a ceder alguna fotografía puntual. Estos son casi como los mercenarios de los que hablamos al principio, pero encima, ilegales. Destrozan el mercado, no dan garantías y se de más de una pareja que ha salido mal de una boda al perder las fotos (no por perderlas, si no por que la calidad era pésima, tampoco es raro que muestren fotos de otros fotógrafos para captar clientes). Y no me refiero a alguien que intenta hacer un favor puntual a un amigo, me refiero a gente que se publicita como fotógrafo profesional y busca clientes de manera activa.

Eso si, seamos realistas, si mañana hago una foto y algún pirado la quiere comprar a precio de oro, no le voy a hacer ascos al dinero. Y seguiré protestando por las clausulas abusivas. Que lo cortés no quita lo valiente.

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