O, para que no me regañen mis amigos gallegos, fervenza. Es una bonita cascada escondida tras una casa en una curva en una carretera perdida en mitad de la sierra del Caurel. La conocí gracias a que una de las personas del grupo con el que salí es de la zona.
A las 5:30 en lo alto de Sierra Madrona (bueno, meido alto) para intentar mi primer amanecer en vídeo y llegan unas nubes y me esconden el sol.
Y me refiero por la luz, no por los incendios. En el vale de las 5 villas es normal verlo. Es más, un pintor de la zona ofrece, dentro de su paleta de colores el “rojo atardecer Gredos”.
De vez en cuando a uno le da por la aventura e intenta aprender cosas nuevas. En este caso es vídeo. La gente de Vintage Jazz Cabaret se han prestado voluntarios para el experimento (si leéis la entrada completa hay otro vídeo):
Una de las cosas que hay que tener en cuenta en la montaña cuando subimos a disfrutar de ella (en este caso, a fotografiarla) es el clima y como este puede variar en un momento. El siguiente vídeo es un ejemplo de como en 5 horas tenemos cielo azul y niebla cerrada alternándose continuamente, con el peligro que ello implica, al poder extraviarte o, debido a la niebla, no ver una posible caida. Que al llegar sea un día azul no quiere decir que tengamos algunos ratos de niebla debido a que las nubes se enganchen en la montaña. Recordad siempre revisar la previsión.
Hace tiempo que no tenia un amanecer de estos rojos y chulos en la oficina, bien saturadito.
Tras la ola de frío que sufrimos la semana pasada la sierra tiene un manto de hielo y nieve que no se ve todos los inviernos y la carretera ha quedado preciosa. Gracias a Francisco Perez por prestarse voluntario a realizar las tomas mientras yo conducía y luego pasarme el material. Tambien dar las gracias al trabajo que se han metido los chavales de las quitanieves, que han dejado la carretera perfecta, a los Guardia Civiles que, como se comenta en el vídeo, tienen más paciencia que un santo con las “manadas de domingueros”, a los forestales que velan por nosotros y por el cuidado de la montaña ya la gente que nos tiene un caldito calentito preparado para cuando volvemos pelaos de frío, cono en Venta Marcelino (que encima nos tiene al día del estado de la montaña).
Ya son varias veces las que he ido al Purgatorio, pero a la cascada, de momento no tengo que expiar ningún pecado. Si tenemos en cuenta que la falta de vegetación hace que el otoño y el verano se diferencien poco, creo que ya tengo todas las estaciones. Eso si, el sábado pasado, tras la ola de frío, creía que la encontraría helada, pero no, traía tanta agua que el frío no pudo con ella.
Este lugar no es el fin del mundo, es más, es muy cerca de Madrid, pero nieve y un poco de niebla hacen que todo parezca más lejano.
