Hoy voy a hablar del trabajo de campo, bueno, más buen, del trabajo en el campo. Siempre que puedo me escapo al campo a pasar todo el tiempo posible (mucho menos del que me gustaría). Gracias a eso más o menos se como es el día a día de los ganaderos abulenses, un trabajo duro, con sus pros y sus contras, pero a ellos les compensa. Lo primero de todo decir que tener una pequeña ganadería no te hace ni rico ni terrateniente. El precio de la carne en origen prácticamente no ha variado desde hace más de 20 años (aunque en el mercado no deje de subir… malditos intermediarios..), pero la maquinaria es cara y se avería, los piensos son caros, el veterinario es caro……. A cambio por la mañana al despertarte, en vez de atasco y calles contaminadas te encuentras con esto:

 

Pero no es oro todo lo que reluce. Esta bonita estampa navideña (de navideña nada, esta fotografía es de abril) implica que la temperatura está por debajo de cero o cercano a cero, es decir, o hace un frío de muerte, o la nieve se está derritiendo y estará todo mojado y embarrado.

Aquí no hay escusas, hay que trabajar todos los días, esto no entiende de fines de semana o festivos, los animales tienen que comer todos los días, y todos los días hay que ver que no les pase nada. Dependiendo de la explotación hay dos maneras de realizar la reproducción: natural o sincronizada. En la natural se mantiene todo el año a los sementales con las vacas y se deja a la naturaleza seguir su curso, con esto tenemos un goteo constante de nuevos terneros correteando, lo que hace que se tenga que estar pendiente todo el año de partos. Si se sincroniza, solo se juntan durante una temporada, lo que reduce el número de partos ligeramente, pero solo tienes que estar pendiente un determinado periodo de tiempo de los partos. En contra tienes que si te cambia el tiempo, llegan heladas o días de demasiado calor, muchos terneros pueden morir por no ser suficientemente fuertes, mientras que de la otra manera, al ser muy bajo el número de partos en una fecha señalada, el porcentaje de posibles muertes respecto al total también desciende. Lo que hay que reconocer es que estos bichos son duros como piedras.

Esa misma mañana nos contaba como el día anterior recogió a un ternero recién nacido por que la madre no le lamia para limpiarle los líquidos de la placenta. Si en una noche de helada la vaca no limpia al ternero, todo ese líquido se congelará sobre él y morirá congelado. Para saber cuando una vaca va a parir hay que pasar realmente muchas horas con el ganado, es algo imposible de aprender en un aula. Si sabes cuando va a parir, sabes cuando tienes que salir a vigilar y cuando no, si no lo sabes, tienes que estar permanentemente alerta.

Una de las tareas diarias en invierno es dar de comer al ganado.

Dependiendo del tamaño de la finca, o del número de terrenos que se tengan, se puede reservar algunos para la siega, o, si no se tiene tierra suficiente, se compran pacas de heno. Como curiosidad, debido al escaso relevo generacional, aunque el heno se paga en euros, se regatea el precio en pesetas. El precio del mismo depende de la demanda existente y la calidad del mismo. Un año de sequía el precio, incluso del de mala calidad será alto, debido a la escasez del mismo. La cantidad a comprar no tiene una formula, dado que depende, entre otras cosas, de como de duro sea el invierno, y como de seca sea la primavera, y eso es algo difícil de saber el verano anterior. Si compras de menos, tocará comprar más durante el invierno, lo cual significa que será caro y de mala calidad. Si compras de más siempre lo podrás vender, siempre que encuentres comprador.

Un extra que tiene todo esto es el almacenamiento. Se pueden poner en mitad de un prado y cubrirlas con una lona impermeable o con plásticos, o tener infraestructura dedicada. En cualquier caso hay que hacerlo con cuidado, pues existe la posibilidad de que la parte central fermente y, debido al calor, arder.

Intentaré este año escaparme para la siega y contaros más cosas sobre la misma.

En la actualidad, con las pacas de más de 250 kilos es imprescindible el uso de tractores para su transporte.

Obviamente todo esto implica que se sabe manejar toda esta maquinaria, y repararla, pues el tractor está sometido a un duro trabajo gran parte del año, y no se puede estar pendiente del mecánico por cada avería o mantenimiento del mismo.

Las vacas son vacas pero no tontas, por lo que saben cuando llega el desayuno.

Si se tiene ayuda es “sencillo” dar de comer al ganado, uno conduce el tractor y el otro va “desmigajando” las pacas según avanzan. Cuando una persona está sola, tiene dos opciones. La primera es ir avanzando pequeños tramos, parar el tractor, bajarse y echar una ración. La segunda es buscar un terreno amplio y llano, poner el tractor en una marcha corta y acelerar con una palanca que se queda fija bajo el volante. De esa manera el tractor avanza poco a poco, te puedes bajar y subirte al remolque, e ir dando la comida a las vacas.

Como siempre, con el ganado en el campo, aunque no sea bravo, hay que andarse con mil ojos, pues tan pronto están algo lejos…

….. como tremendamente cerca.

Cuando directamente no van tipo autoservicio.

Hay veces que hay que bajar del remolque por que alguna cuerda se queda enganchada, para poder recogerla. Si vas acompañado o has parado no es mayor problema, pero si vas solo y el tractor está en marcha, por muy despacio que avance, está avanzando, y lo mismo puede terminar la zona de seguridad.

Hablando de tractor y remolque, como curiosidad, este tipo de remolque es simple, un enganche y poco más, pero la trasera de un tractor normal tiene enganches como para volver loca a una persona que no sepa donde va cada cosa.

Al tiempo que ambas partes (tractor y lo que se pongan) son de todo menos ligero, y maniobrar para enganchar ambas partes no es trivial, pues en algunos casos el margen es muy pequeño. A eso hay que sumarle que ahora hay que dejar todo el material bien guardado para que no te lo roben, aunque sea por partes, y no siempre se puede dejar los aperos en el ángulo óptimo para su enganche. Sobre eso, es increíble los fortines que se pueden llegar a ver debido a los continuos robos a los que están expuestos.

Para bien o para mal es un trabajo en el que disfrutas de la soledad, cosa que algunas veces, con el barullo de la ciudad, echo de menos, no tener nadie que te moleste… ni que te ayude si te pasa algo.

Cuando pasas mucho tiempo en esas condiciones, se te nota en la mirada.

Desde aquí mando un abrazo a todas esas personas que se dejan la piel en el campo a diario, y por una profesión que va a pasar de ser una tradición aprendida durante una vida a pasar a ser un estudio, donde perderemos el instinto. Espero que esto último nunca pase, pero con el poco interés de la juventud por el campo….

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